La Vía Láctea



La Vía Láctea es la galaxia espiral en la que se encuentra el Sistema Solar y la Tierra. Es una espiral barrada  con un diámetro medio de unos 100.000 años luz y se calcula que contiene entre 200.000 millones y 400.000 millones de estrellas. La distancia entre el Sol hacia el centro de la galaxia es de alrededor de 27.700 años luz. La Vía Láctea forma parte de un conjunto de unas cuarenta galaxias llamadas grupo local y es la segunda más grande y más brillante tras la Galaxia de Andrómeda, aunque puede ser la más masiva, ya que según un reciente estudio, nuestra galaxia es un 50% más masiva de lo que se creía anteriormente. 

El nombre Vía Láctea proviene de la mitología griega y en latín significa camino de leche. Esa es, efectivamente, la apariencia de la banda de luz que rodea al firmamento,  y así lo afirma la mitología griega, sosteniendo que se trata de leche derramada del pecho de la diosa Hera (Rubens representó la leyenda en su obra El nacimiento de la Vía Láctea). Sin embargo, en la Antigua Grecia un astrónomo sugirió que aquel haz blanco en el cielo era, en realidad, un conglomerado de muchísimas estrellas. Se trata de Demócrito, quien sostuvo que dichas estrellas eran demasiado tenues individualmente para ser reconocidas a simple vista.Su idea no halló respaldo y tan solo hacia 1660 Galileo Galilei haría uso del telescopio para observar el cielo y constatar que Demócrito estaba en lo cierto.

La Vía Láctea se ve de noche como una borrosa banda de luz blanca alrededor de toda la esfera celeste. Este fenómeno visual se debe a estrellas y otros materiales que se hallan sobre el plano de la galaxia. La vía Láctea aparece más brillante en la dirección de la Constelación de Sagitario, hacia el centro de la galaxia.

El halo es una estructura esferoide que envuelve la galaxia. En el halo la concentración de estrellas es muy baja y apenas tiene nubes de gas, por lo que carece de regiones con formación estelar. En cambio, es en el halo donde se encuentra la mayor parte de los cúmulos globulares, verdaderas reliquias de la formación galáctica. Estas agrupaciones de estrellas se formaron cuando la galaxia era aun una gran nube de gas que colapsaba y se iba aplanando cada vez más. Otra característica del halo es la presencia de gran cantidad de materia oscura. Su existencia se dedujo a partir de anomalías en la rotación galáctica. La mayor parte de las estrellas en una galaxia espiral, como la Vía Láctea, se hallan ubicadas cerca de un único plano, en órbitas más o menos circulares en torno al centro de la galaxia, o bien en una zona esferoidal que rodea el núcleo. 







Más allá de la parte visible del halo galáctico, existe una región mucho más extensa, conocido bajo el nombre de halo sombrío, halo extenso o corona galáctica que contiene grandes cantidades de materia oscura. La presencia de la materia oscura en el halo se detecta por su efecto gravitatorio en la línea de rotación de la galaxia espiral. La naturaleza de la materia oscura en el halo galáctico de las galaxias es todavía indeterminada, pero las teorías aseguran que el halo sombrío aloja una gran cantidad de pequeños cuerpos. Observaciones del halo de la Vía Láctea, en busca de sucesos de lente gravitacional, muestran que el números de MACHOS (objeto astrofísico masivo del halo compacto) no es suficiente para explicar la masa requerida. 

El disco de la galaxia se compone principalmente de estrellas jóvenes. Es la parte de la galaxia que más gas contiene y es en él donde se siguen dando procesos de formación estelar. Lo más característico del disco son sus ocho brazos espirales. Recientemente un grupo de astrónomos anunció el descubrimiento de un nuevo brazo espiral en nuestra galaxia, en realidad se trata de un enorme fragmento hasta ahora desconocido. Se cree que el nuevo brazo espiral es, en realidad, el tramo final y más distante del brazo Escudo-Centauro, una de las dos ramas principales. De confirmarse los autores habrían demostrado que la Vía Láctea posee una sorprendente simetría en sus formas, ya que este nuevo brazo sería la contraparte simétrica del de Perseo.

Nuestro Sistema Solar se encuentra en el brazo Orión (también llamado Local) que forma parte del brazo espiral de Sagitario. Estas regiones son formaciones densas, donde se compacta el gas y se dan formaciones de estrellas. Los brazo son, en realidad, ondas de densidad que se desplazan independientemente de las estrellas contenidas en la galaxia. El brillo de los brazos es mayor que en el resto de las zonas, porque allí es donde se encuentran los gigantes azules (estrellas del tipo O, B) que son las únicas que pueden ionizar grandes extensiones de gas. Estas estrellas de corta vida nacen y mueren en el brazo espiral, convirtiéndose en excelentes marcadores de su posición.

Así como la galaxia se compone de dos partes (halo y disco), el disco también se subdivide en disco delgado y disco grueso. Se cree que el disco grueso es el remanente de un segundo proceso de colapso y aplanamiento de la galaxia, del mismo modo que el halo es el remanente del colapso inicial.







Se cree que nuestra galaxia tiene entre 4.000  millones y 8.000 millones de masas solares de hidrógeno neutro, además de la mitad de esa masa en la forma de hidrógeno molecular. Mientras que el primero llega más allá del espacio ocupado por las estrellas, gran parte del segundo está concentrado en el anillo anteriormente mencionado, y, con excepción la región más interna de la Vía Láctea, la densidad de hidrógeno molecular en la región central de la galaxia también es baja.

Estudios recientes muestran que nuestra galaxia es atípica por no haber sufrido en los últimos 10 mil millones de años ninguna fusión importante con otra, en base a su bajo momento angular, metalicidad, tamaño y número de estrellas, habiendo formado estrellas de manera bastante constante y teniendo una evolución relativamente tranquila a diferencia de lo que ha sucedido con numerosas otras galaxias espirales como Andrómeda, las cuales han adquirido su tamaño y masas actuales debido a la absorción de numerosas otras galaxias espirales, no tiene por qué crear una nueva galaxia elíptica, sino que puede dar lugar a una galaxia espiral mayor. Esta parte de la Vía Láctea tiene una masa de 60.000 millones de masas solares en forma de estrellas y una luminosidad de entre 15.000 y 20.000 millones de veces la del Sol.

El bulbo o núcleo galáctico se sitúa en el centro. Es la zona de la galaxia con más cantidad de estrellas. Sin embargo, a nivel local se pueden encontrar algunos cúmulos globulares con densidades superiores. El bulbo tiene una forma esferoidal achatada y gira como un sólido rígido. También al parecer en nuestro centro galáctico hay un gran agujero negro de unas 2,6 millones de masas solares que los astrónomos denominaron Sagittarius A. Su detección fue posible a partir de la observación de un grupo de estrellas que giraban en torno a un punto oscuro a más de 1.500 km/s. Investigaciones muy recientes sugieren que nuestra galaxia carece de un bulbo central como el que tiene la galaxia de Andrómeda, o si existe es muy pequeño, formado a partir de la colisión y fusión de galaxias preexistentes. En su lugar tiene un pseudobulbo, consecuencia de la formación de una barra en su centro.

Además de los aproximadamente 150 cúmulos globulares conocidos, nuestra galaxia cuenta con cierto número de galaxias satélite. Las dos mayores son Las Nubes de Magallanes y el resto son galaxias elípticas enanas mucho menores aunque recientemente se ha sugerido que las perturbaciones observadas en el gas situado en la periferia de la Vía Láctea pueden estar causadas por la gravedad de una galaxia de masa similar a la de la Gran Nube de Magallanes e invisible desde nuestra posición en la galaxia. Algunas de las galaxias compañeras, como por ejemplo la Galaxia Elíptica Enana de Sagitario están tan cerca de ella que están siendo despedazadas y absorbidas por nuestra galaxia. 









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